19 enero 2018

Mes de escritura: Día 1: Huella

No sé si seré capaz de cumplir con este reto que me propongo a mí mismo, pero voy a intentarlo. Se trata de escribir durante 30 días, cada día con una de las siguientes palabras como idea general:


Huella

-No tenemos ninguna pista -dijo la inspectora Swell mirando a su alrededor.
El bosque era inmenso y el olor a putrefacción del cadáver se disimulaba con el olor de la naturaleza. Estaban rodeados por varias hectáreas de árboles que crecían altos hacia el cielo, apenas dejando pasar unos pocos dorados rayos de sol que iluminaban el lugar del crimen. Sobre el suelo, el cuerpo inerte de la señorita Bay descansaba sin prestar atención mientras los gusanos y las moscas lo devoraban lentamente.
Olivia Bay había sido una muchacha introvertida, buena y de sonrisa triste que nunca había hecho daño a nadie. ¿Cómo podía haber acabado en esa situación?
-Inpectora, este corte parece haberse realizado con un arma blanca: un cuchillo o quizás una navaja -dijo el subinspector Richard Tan-. Podríamos empezar por ahí.
La inspectora Swell suspiró antes de responder.
-Richard, te lo he dicho siempre. Primero, fíjate en el entorno. Él nos dará las primeras pistas. El cadáver es lo último en lo que debemos fijarnos, después de habernos hecho una idea de la situación.
-Tiene razón, inspectora. Lo siento.
-Menos sentirlo y más observar. Pronto te tocará estar en mi lugar.
Richard miró a su alrededor. Había tantos árboles, tan cercanos unos de otros, que era muy difícil ver algo que no fuera bosque. El suelo estaba plagado de hojas, ramas y barro. De pronto, Richard pareció ver algo y se separó unos pasos de la escena del crimen. Allí, al lado de una rama gruesa, había una huella. Un zapato grande, probablemente una bota de montaña, talla 43 o 44.
-Inspectora -llamó-. Creo que he encontrado algo.
La inspectora Swell se acercó y contempló con curiosidad la huella, sin acercarse demasiado.
-Saca una foto y mándala al departamento de investigación. Ya tenemos algo con lo que empezar.
Richard Tan ya no estaba escuchando. Se había quedado absorto mirando la rama que estaba situada al lado de la huella. Sobre ella esperaba, como queriendo ocultarse, un pequeño trozo de tela que parecía ser de una camisa de cuadros. Y ese pedazo de tela estaba, curiosamente, manchado de sangre.
-Y... ¿con este trozo de tela ensangrentado no hacemos nada, inspectora? Porque creo que nos podría llevar al asesino.

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