Ayer mi amigo Fuskas y yo decidimos ir desde Madrid hasta Colmenar Viejo en bici. Habíamos ido hasta Tres Cantos unos días atrás y decidimos llegar hasta Colmenar. La verdad es que ni él ni yo tenemos la preparación física necesaria para recorrer tanto, y menos a las horas a las que lo hicimos.
Quedamos en un punto en el que se juntan el Anillo Verde Ciclista y la Vía Ciclista a Colmenar a la una y media de la tarde. Una hora bastante mala, teniendo en cuenta que habían dicho en las noticias que iba a ser el día más caluroso del verano.
Foto de www.espormadrid.es |
Desde allí, cruzamos el puente que dejaba en la Vía en sí.
Foto de www.espormadrid.es |
Esa primera parte del carril bici es una auténtica mierda. Es muy estrecho y pasas al lado de una vía del tren que acojona bastante. Mirad:
Foto de www.espormadrid.es |
Todavía no estábamos cansados y no íbamos a mal ritmo. Pero hacía mucho calor y no había nadie, así que tampoco nos preocupábamos. Además, esa parte del recorrido ya nos la sabíamos de cuando habíamos ido a Tres Cantos. Es una zona del carril que está llena de grafitis de los Traffic Mutants. Mola.
Seguimos por ahí hasta que el carril bici se convierte en uno de verdad, con dos carriles y línea central en el suelo. Pasamos Valdelatas y Cantoblanco. Más adelante hay un puente que te deja al otro lado de la carretera. Poco después de ese puente hicimos nuestra primera parada, de 10 minutos, para beber un poco de agua y descansar algo.
Y seguimos pedaleando hasta llegar a Tres Cantos, donde con suerte encontramos una sombra bajo un árbol. Pero esa parada duró cinco minutos, nada más.
Después seguimos y pasamos por una zona de obras que parece interminable, sobre todo porque no había ni un solo árbol para que nos diera sombra y el sol estaba cada vez más cabrón ahí arriba.
Acabamos parando en una gasolinera para comer uno de los dos bocadillos que llevábamos y para descansar un poco. Además, aproveché para hinchar las ruedas de mi bici, que iban mal de presión.
Después de comer y refrigerarnos (nos compramos un RedBull y un Toro Loco en la gasolinera), seguimos nuestro camino a Colmenar. Desde ahí era todo cuesta arriba, por un carril al lado de la carretera sin ninguna sombra ni lugares para parar. Íbamos completamente solos, eran las cuatro de la tarde y el sol pegaba fuerte. Subíamos y subíamos y necesitábamos parar. Finalmente el carril pasaba por un túnel debajo de una carretera y nos paramos debajo. Era necesario descansar.
Y seguimos pedaleando hasta llegar a Tres Cantos, donde con suerte encontramos una sombra bajo un árbol. Pero esa parada duró cinco minutos, nada más.
Después seguimos y pasamos por una zona de obras que parece interminable, sobre todo porque no había ni un solo árbol para que nos diera sombra y el sol estaba cada vez más cabrón ahí arriba.
Acabamos parando en una gasolinera para comer uno de los dos bocadillos que llevábamos y para descansar un poco. Además, aproveché para hinchar las ruedas de mi bici, que iban mal de presión.
Foto de Quike |
Foto de Fuskas |
Ya estábamos en Colmenar Viejo. Decidimos seguir algún kilómetro más, y cuando veíamos que todo seguía siendo cuesta arriba y que nos estábamos cansando demasiado, como ya habíamos pasado Colmenar, que era nuestro objetivo, decidimos dar la vuelta. Habíamos recorrido unos 32 kilómetros. Faltaba la vuelta.
Foto de Fuskas |
La primera parte de la vuelta fue mucho mejor que el final de la ida. Toda esa cuesta arriba interminable era ahora una cuesta abajo interminable. Casi no había que pedalear. Hasta la gasolinera fue muy fácil. Volvimos a parar en la gasolinera y nos comimos el segundo bocadillo.
Reanudamos la marcha y poco después de pasar Tres Cantos, tras una subida mortal (que conseguí subir aunque me costó muchísimo), paramos en el mismo sitio donde habíamos parado la primera vez. Estábamos muertos de cansancio, nos dolía la cabeza y nos tiramos en una sombra a beber agua y a descansar. Estaba siendo demasiado duro, pero ya no quedaba mucho.
Desde ese punto hasta Montecarmelo yo iba como en trance. Mis piernas se movían solas, pedaleaba sin pensar en nada, porque no podía pensar. Sólo pedaleaba y pedaleaba. Fuskas estaba igual.
Cuando llegamos al primer puente del que os he hablado tuvimos que parar y subirlo a pie. Luego, ya en Montecarmelo, Fuskas y yo nos despedimos y fuimos cada uno a su casa.
No sabemos exactamente cuántos kilómetros nos hicimos, pero entre 60 y 70. El dolor de piernas se puede soportar a duras penas, pero sentarse en una silla dura es bastante doloroso.
Algunas de las fotos han sido obtenidas de http://www.espormadrid.es/2009/04/el-carril-bici-de-colmenar-viejo.html