no mientas,
no te mientas.
Aunque no entiendas el idioma,
no te dejes llevar por la melodía de la mentira.
Las verdades asoman entre los rasguños,
las heridas sangrantes,
los cortes costra.
Las verdades, a veces,
duelen.
Como esa soledad dulce que termina desgarrándote la garganta.
No te mientas,
no falsifiques las sonrisas,
no escondas tus lágrimas tras caretas esponja,
no seas sentimentira.
No seas escombro de flores.
No te engañes creándote un idilio de risas silvestres,
orgasmos de noches sin calendario,
cervezas sin alcohol.
Pocas mentiras lo son tanto como la cerveza sin alcohol.
No te mientas.
Agárrate a la verdad y jódete hasta acostumbrarte.
O cámbialo.
Lucha por mejorar la realidad pero no la adornes
con amistades baratas,
disfraces de otras vidas
o ideas cambiantes según la mirada a la que te dirijas.
Haz lo que quieras.
Pero no te mientas.