Otro año que se va. Y qué año. Qué voy a contaros que no sepáis. Este año aparecerá en los libros de historia. El año de la pandemia de principios de siglo. O algo así. Ya lo veréis.
Pero me gusta, como cada año, hacer una vista general del año, mirar atrás y afrontar el año que viene con perspectiva. Creo que está bien hacerlo también este 2020 que nos deja hoy.
Ha sido un año demasiado raro, sí. Y malo. Malísimo para muchos. Horrible. Pero tengo que intentar sacarle cosas buenas. Y las ha tenido. Por lo menos para mí.
Para el 2019 me había planteado varios propósitos y no fui capaz de cumplirlos todos. Sin embargo, algunos de ellos los he cumplido, finalmente, este 2020. Y creo que eso es algo bueno. Más vale tarde que nunca, dicen.
A principios de año, antes de que todo se desmoronase, me enamoré. Y tuve, por primera vez en mi vida, una novia. Duró poco, pero fue bonito mientras duró.
También, como anuncié en este blog, escribí y publiqué una novela, El amor en los tiempos del coronavirus, que hice en un tiempo récord. Y escribí otra en el mes de noviembre (y un poquito de diciembre), que ya veré para cuándo estará corregida. El título podría ser La fuerza del rayo o La noche de su muerte. O cualquier otra cosa. Dos novelas en un año, no está mal. Tengo también, a medias, un libro más o menos de autoayuda, que pretendo sacar en 2021: Cómo ser feliz siendo tuitero. Es guay.
Además, otro de los propósitos que tenía para 2019 he podido cumplirlo este 2020: independizarme. Casualmente me toca escribir esto de vuelta en casa de mis padres y confinado, pues así ha decidido el destino que termine este año, pero puedo decir que me he conseguido independizar y que cuando acabe este confinamiento volveré, Dios mediante, a mi casa.
Algo de lo que me siento orgulloso de este año es que he conseguido mantener mi empleo. No todos tienen la suerte de decirlo. Y es cierto que estuve varios meses en ERTE, sin trabajar, pero también lo es que siento que estoy creciendo profesionalmente, y eso me gusta. Aunque, para qué negarlo, también me aterra.
Este año he leído menos de lo que me habría gustado. También he tocado menos la guitarra. Pero he escrito mucho. He aprendido mucho. He descansado. Me he arriesgado. He tenido cuidado y he cuidado a los míos. He amado de todas las formas que sé. Y he tenido mucho miedo. Pero parece que he conseguido superar el 2020.
Ojalá el 2021 venga con mucho más de lo bueno y mucho menos de lo malo. Y que, con lo aprendido este 2020, sepa trabajar en construir un mundo mejor. Día a día, paso a paso, que vaya acercándome a ser la mejor versión de mí.
Os quiero.
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Adiós, 2019. Bienvenido, 2020
Adiós, 2018. Hola, 2019
Hasta nunca, 2017
Adiós, 2016
Se va el 2015
Adiós, 2014, adiós