Se va el año y es época de recordar y hacer un balance de lo que ha pasado este año. Y la verdad es que no quiero hacerlo. No quiero recordar.
Ha sido un año con cosas muy buenas y con momentos muy malos.
He terminado la carrera, he empezado a trabajar, me he mudado de casa (a medias), he escrito, he leído, he ido a un montón de conciertos, he viajado, he bebido miles de cervezas, he vivido poemas, he conocido a gente preciosa que me hace muy feliz. Y he disfrutado con la gente que quiero que ya conocía y con los que soy feliz.
Pero ha habido cosas malas, dentro de esta cabeza y este corazón, y fuera. He sufrido por personas a las que quería. He perdido a mi abuela, que si está en un Más Allá, espero que sepa que la quiero. He pasado momentos de tristeza, he llorado, me he sentido solo (demasiado).
Si tuviera que hacer un balance, diría que el 2016 ha sido un mal año. Pero un mal año con cosas buenas. Lo he llevado bien, he vivido (o me he dejado vivir). Me han ayudado a vivir muchas personas. Eso es lo que vale la pena. Las personas.
Queda un día de este año y empezará el 2017. Prefiero los años impares, creo. A ver si hacemos del 2017 un buen año, porque es algo que no viene solo, hay que hacerlo. Hagámoslo juntos.
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