Hoy me he despertado con ganas de montar en bici. Cuando he mirado por la ventana y he visto que estaba nublado se me han ido las ganas, pero solo un instante, porque justo después he pensado: "¡Qué cojones! ¡Yo hoy quiero montar en bici!" Así que he desayunado algo rápido y me he preparado, he salido con la bici -hoy he ido con casco, que con lluvia prefería ir más seguro- y me he lanzado a la aventura del ciclista mojado.
Lo primero que me ha llamado la atención es que no había casi nadie. He debido cruzarme con quince o veinte ciclistas como mucho. He ido hasta Tres Cantos, un recorrido que no es tampoco muy largo para mí, pero hacía como un par de meses que no montaba y no quería forzar. Ah, y como no había nadie, me he podido parar libremente en mitad del carril varias veces para hacer algunas fotos. Quería fotografiar las pintadas de Traffic Mutants que adornan el carril bici. Solo que no he hecho todas las que quería porque ¡se ha puesto a llover!
He llegado a casa empapado, pero muy satisfecho. Montar en bici solo es diferente a hacerlo en compañía. No digo que sea mejor, ni peor; solo diferente. Os traigo las fotos y un vídeo que he grabado (muy locamente) bajando una cuesta con el móvil en la mano. :)