20 noviembre 2020

Pensamientos sueltos en este año extrídem

Parece que ya no escribo en el blog más que para hacer promoción de mis proyectos, y eso no puede ser. Así que aprovecho este momento postpizza en el que debería estar escribiendo mi nueva novela (el NaNoWriMo 2020) para perder el tiempo dejándome llevar por las palabras sin tener que basarme en una trama y unos personajes. Una vez más, vuelvo al blog para hablar de mí.

Esta siendo un año muy raro. Ya empezó siendo raro. Resulta que eso de tener novia no era imposible, aunque la experiencia fuera efímera. Aprendí, que es lo importante.

Hoy hace un año empecé a trabajar en el periódico en el que estoy trabajando como Growth Hacker, y como un montón de cosas más. Estoy contento, aunque admito que tal vez trabaje demasiado. No pasa nada si uno saca tiempo para hacer lo que le interesa, como quedar con sus amigos a tomar unas cervezas, escribir o llevar a cabo otros proyectos.

Me he dado cuenta de que me gusta demasiado escribir sobre la muerte, o con temas relacionados con ella. Creo que es algo que se nota en poemarios como Hasta que la muerte nos reúna o En la soledad, el abismo. La novela en la que estoy trabajando también tiene la muerte como punto de partida. Y echando la vista atrás descubro que ya cuando empecé a escribir poesía, con trece o catorce años, escribía sobre la muerte. Otros proyectos de libros que he dejado a medias también hablan sobre la muerte. Reviso un blog que abrí en 2008. Escribía relatos y poemas. La muerte es el punto que tienen en común. Vaya.

No puedo dejar de escribir, y menos mal. No sé, supongo que le pasará a mucha gente. Lo bueno es que, aunque me haga mayor, no dejo este hábito. Porque sí, me doy cuenta de que me hago mayor. Aunque a veces no me apetezca.

Hoy hablando con mi mejor amiga me he percatado de que no me considero adulto en los temas relacionados con la medicina. No sé cómo funciona el sistema público de salud. No sabría ir al médico si lo necesitara. Me ha dicho ella, «Enrique, que tienes casi treinta años», y es verdad. Ha usado el «Enrique» para fastidiar, claro. Y es que tengo casi treinta años y en muchos aspectos no he sabido crecer. Pero voy poco a poco. Cada uno tiene su ritmo.

Me he independizado, y parece que esta vez ya puede ser la definitiva. Ya veremos. Una cosa que no debemos hacer los de nuestra generación es compararnos con la de nuestros padres. Y lo hacemos demasiado. Mi padre con mi edad tenía un buen puesto de trabajo, estaba casado y tenía dos hijos. No sirve de nada que nos comparemos.

Mi padre a mi edad no había escrito libros, grabado discos de música ni publicado ningún documental. Él tenía una vida de adulto ejemplar que termina la carrera, se casa, estudia un máster, trabaja en sitios conocidos, tiene hijos, compra una casa con una hipoteca, etcétera, etcétera, etcétera. En ocasiones le envidio. Otras veces no.

Tenemos que hacer más lo que nos gusta y menos lo que nos imponen. Y tratar de conseguir lo que queremos, aunque no dependa exclusivamente de nosotros. No rendirnos y no perder la esperanza. Seguir trabajando en ello.

Y eso voy a hacer yo mañana escribiendo el doble en el NaNoWriMo, porque me he puesto a escribir aquí y no he puesto ninguna palabra en la novela. Mañana, en vez de 1667 palabras, mínimo 3.333. Es un bonito número.

Buenas noches, y buena suerte, si es que alguien me lee. Si lo haces, igual hasta puedes hacérmelo saber, para que no me sienta tan solo.