Él la mira con los ojos del mayor de los agradecimientos.
Ella tiene la máxima ternura en la mirada al mirarle a él.
Llevan cincuenta años juntos y siguen queriéndose
tanto
que hasta los jóvenes recién casados les tienen envidia.
Porque los jóvenes no son capaces de quererse
tanto.
Ni tan fuerte.
Y aunque él esté en silla de ruedas
y aunque ella tenga dolores de rodilla y de hombro
ambos se ayudan, se apoyan,
se aman.
Se quieren con la certeza del que conoce al otro
mejor que a sí mismo.
Cincuenta años dan para mucho.
Cincuenta años se les quedan cortos
y necesitan muchos más
para seguir queriéndose.
El amor. Ese que dura
tanto
tiempo entre ellos.
Ese que mira a su espalda
tantos
recuerdos, momentos, alegrías y penas.
Ese es el que yo quiero.
El que todos quieren.
El que ellos demuestran.
Felicidades, abuelos.
(Y que sean muchos más.)
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