29 enero 2018

Mes de escritura: Día 11: Ceniza


Ceniza

Laura cogió la única foto que tenía impresa en la que salía con Pablo. Ambos salían sonrientes, abrazados, mirando al objetivo. La habían hecho en uno de los viajes que hicieron a los Pirineos, el verano pasado. Cuando todavía estaban juntos. Cuando aún se querían. Pero ya no. Ahora Laura odiaba a Pablo con todo su ser. ¿Cómo había sido capaz de pasar cuatro años de su vida con él? ¿Cómo había sido tan inocente y estúpida?
Cuando se enteró de que Pablo no sólo le estaba poniendo los cuernos con una rubia diez años menor que él, sino que había estado saltando de mujer en mujer sin que Laura se enterase, y que lo había hecho desde que empezaron su relación, se prometió a sí misma que nunca más le querría. Ella cortó con él, hecha una furia, y le abandonó para siempre. 
Dos meses después, Laura decidió deshacerse de todo lo que podía recordarle al cabrón de Pablo. Al hijoputa de Pablo. Así que, después de haber tirado todos los recuerdos que tenía de él (las postales, las cartas, las entradas de cine que ella siempre guardaba, los detalles que él le había regalado a ella en su cumpleaños durante los últimos cuatro años), era el turno de acabar con la única foto que tenía con él. Las que guardaba en una carpeta del ordenador ya habían sido borradas, así como había acabado con su perfil en las redes sociales. Ya sólo quedaba una foto.
Acercó el mechero a una esquina de la foto encima del lavabo de su cuarto de baño y lo encendió. La llama se extendió con velocidad por toda la foto, hasta que Laura la dejó caer para no quemarse. Y ahí, en el fregadero de su cuarto de baño, vio cómo las figuras de ella misma y de Pablo, el hombre al que había amado durante cuatro años, se convirtieron en ceniza.

No hay comentarios:

Publicar un comentario