28 enero 2018

Mes de escritura: Día 10: Flores


Flores

«Feliz cumpleaños», indicaba la tarjeta que acompañaba a las flores que acababa de recibir María. Nada más. Ni una firma, ni un nombre, ni siquiera la inicial de un nombre. El texto, además, estaba impreso. Podía haber sido cualquiera quien las enviaba. ¿Quién podría haber sido? María no recibía flores por su cumpleaños. Ni siquiera le gustaba que la gente supiera cuándo era su cumpleaños, y apagaba el móvil para no recibir llamadas con deshonestas felicitaciones de sus compañeros de trabajo o de familiares lejanos.
Pero ahí estaba ella, con un enorme ramo de rosas. Rosas azules, además. De locos.
María no tenía pareja, amantes, ni nada parecido. Por tener, no tenía ni amigos. Ni amigas. María era un ser solitario y estaba encantada con su soledad. No soportaba a la gente. ¿Quién demonios le había mandado unas flores en su cumpleaños? No podía ser nadie de su trabajo, se dijo a sí misma. Ella trabajaba como programadora informática en una empresa de seguridad en Internet y básicamente lo hacía todo desde casa. Iba a la oficina una o dos veces a la semana y las reuniones que tenía eran sólo con Jose, su jefe, y Marcos, su compañero. Ninguno de los dos eran personas que mandaran flores. Y la relación con ellos, a pesar de ser formal, era fría y distante. Porque así era María. 
Ningún familiar podía tampoco haberle mandado las flores, porque nadie sabía dónde vivía. De hecho, no había llevado nunca a nadie a su casa, y nunca había dado su dirección a nadie, excepto al comprar por Internet.
No era posible, pero era cierto: alguien le había mandado un jodido ramo de rosas azules, sus favoritas, por su cumpleaños.
María se acostó esa noche a las once y media, extrañada y sin dejar de dar vueltas en su cabeza preguntándose quién podría haberle mandado esas flores, que había puesto en un jarrón cerca de su cama. A las tres y media de la mañana, se levantó sonámbula y se sentó frente a su ordenador, que no había usado en todo el día. Al sacar el ordenador del estado de suspensión, apareció en la pantalla la web de una empresa de envío de flores a domicilio. Cerró la pestaña, suspendió el ordenador y se volvió a la cama.

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