16 marzo 2015

Me miraste y me ganaste, y qué vamos a hacer ahora

Siento que se me gasta el alma
cada vez que veo tus ojos.
Se me derrite
y se evapora
mi alma de invierno y hielo
cada vez que colisionan tus pestañas.

He llegado a ver dragones
amando a luciérnagas
en el iris de tus ojos
y un eclipse de tu mirada
es vivir más a oscuras
que en una noche sin luna.

Si no me he enamorado de tus ojos
es porque he tomado el todo
por la parte
porque el todo es a veces
lo que vale la pena.
Porque las imperfecciones te hacen perfecta,
tus ojos lo compensan todo.

Porque con una mirada te has ganado el mundo
entero
eterno
terreno
etéreo
roto
pero sin lágrimas.

Tus ojos en formato fuente
hacen un enigma de la palabra tristeza,
tan bonitos
que merece la pena vivir(te) triste.
Tan bonitos
que si los ves ya nunca eres el mismo.

Que si tú lloras
todo el universo llora contigo
hasta volver a ver el brillo de tus ojos,
ese rayo de sol después de la tormenta,
esa sonrisa,
tus manos limpiando tus mejillas rojas.

Y se vuelve a iluminar el cielo
-mi cielo-
que es tu cara de parasiempres
nunca
firmados
y sé que sólo tú como centro del universo
que sólo tú como centro de mis versos
que sólo tú,
lo sé,
y lo siento.

Lo siento mucho
(es una disculpa).

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