14 octubre 2015

Me llamo Arnold

Pasarse la vida buscando a alguien que no existe. Podría ser el argumento de una película indie de nombre Arnold sigue buscando a su amigo imaginario Spencer. También puede ser lo que vivimos algunos todos los días de nuestra vida, esperando encontrar nuestra media naranja, una Ella idílica e imposible que colma nuestros sueños. Un ojalá al que no se llegará nunca. Pasarse la vida buscando a alguien que no existe. Supongo que poco a poco vas encontrando gente y te vas conformando. Que las chicas con las que te cruzas no están tan mal. Vale, no son Ella, pero no hay que ser tan exigentes. ¿O sí? Arnold no se conforma con sus amigos del colegio para niños especiales, él tiene que encontrar a Spencer. Y se escapa de su colegio en Chicago o en Nueva York y se pone rumbo a Indiana o Iowa o Texas para encontrar a su amigo perdido.
Pasarse la vida buscando a alguien que no existe. Buscar puede ser el problema. Buscar nos hace enfocarnos en un objetivo y no ver lo que ocurre a nuestro alrededor. Quizás te des cuenta de ello y cambies una sola palabra: pasarse la vida esperando a alguien que no existe.
Has pasado de la búsqueda activa a la espera pasiva. Y esperas, y esperas, y te frustras. Te cansas, te marchitas, te pudres. Esperar es limitarse a existir, a ser. Vagas de un lado a otro sin que nada te apasione, mirando a cada chica con la esperanza de que fuera Ella, pero por mucho que esperas, nada llega, ninguna parece ser la adecuada. Arnold espera a Spencer en una parada de autobús, convencido de que el próximo autobús traerá a su amigo con una maleta bajo el brazo. Pero llega un bus y Spencer no baja. Otro bus, y tampoco está. Y otro. Y otro. Se hace de noche y Arnold sigue esperando, sin ganas pero sin rendirse, porque no tiene otro sitio a donde ir. La esperanza ya ha muerto pero la espera es cómoda y no exige esfuerzo, no hay que hacer nada más.
Pasarse la vida buscando a alguien que no existe. Pasarse la vida esperando a alguien que no existe.

Pasarse la vida siendo alguien que no existe.
Quizás la solución está en convertirse en eso que buscas y esperas. Quizás el narcisismo sea la mejor manera de amar hasta que no te soportes a ti mismo, sabiendo que no eres Ella porque Ella no existe y, por tanto, tú tampoco. Quizás estemos hablando de la autodestrucción.
Arnold salta desde lo alto del puente para abrazar a Spencer, su reflejo en el agua, antes de darse cuenta de que no sabe nadar.

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