El azul, el verde y el naranja fueron los culpables. El azul de esos ojos grandes, el verde de esa chaqueta y el naranja de su pelo, liso, suave, que parecía estar hecho de fuego.
Nunca he entendido por qué se les llama "pelirrojos" a los que tienen el pelo naranja. Deberían ser "pelinaranjas", aunque eso pudiera parecer alguna clase de fruta.
Era aún por la tarde y el cielo estaba azul, sin nubes, abierto al sol y su calor. Una suave brisa mecía las verdes hojas de los árboles. Ya se acercaba la primavera y estaba todo verde y hermoso. Azul y verde: sólo faltaba el naranja.
Habría sido una tontería bajar a dar un paseo por el Retiro si no hubiera aparecido ella. Mira que me cuesta hablar con desconocidos, pero con ella fue diferente. Fue como si nos conociéramos desde siempre, desde antes incluso de haber nacido. Ahora me doy cuenta de que en realidad, siempre había sabido que una pelirroja marcaría la diferencia entre un sí y un tal vez, que sería esa fina línea que separa la seguridad y el precipicio. Ahora sé que el destino fue quien me hizo querer salir a despejarme en el parque después de un par de horas de estudio.
Estaba sentada en un banco. El naranja resaltaba sobre el verde de su chaqueta. Leía. Eso era una buena señal. No sé por qué me paré para mirarla, en lugar de seguir caminando, pero el caso es que ella levantó su mirada y me sonrió desde esos ojos azules. Luego siguió leyendo mientras jugueteaba con el pelo con una mano.
No os engañaría si os dijera que en ese momento ya me había ganado. Me quedé ahí, pasmado, mirándola. Debió parecerle incómodo porque volvió a levantar la mirada y puso el marcapáginas en el libro antes de cerrarlo.
-¿Qué pasa? -me dijo con una sonrisa que podría derretir inviernos.
Fue un "qué pasa" sincero, de buenas, amable. Un "qué pasa" interesado, algo frágil pero decidido.
Me acerqué y le respondí con otra pregunta, también sonriendo.
-¿Qué lees?
Hay una gran diferencia entre las chicas que leen y las que no leen, pero hay una clase de chicas que queda aparte de toda clasificación: las que leen poesía. Si cada chica es un mundo, las que leen poesía son galaxias, universos. Pueden ser lo mejor o lo peor que te ocurra en la vida, pero nunca serán nada intermedio, nunca un término medio. Estaba leyendo a Diego Ojeda, pero habría dado lo mismo que estuviera leyendo a Bécquer, Machado o a Lorca.
Y empezamos a hablar de poesía, que es la mejor manera de empezar a hablar. Hablamos de Algeet, de Salem, de Batania, Marwan y algunos poetas más que rellenan el mundo con sus palabras. Ella me invitó a leerle alguno de mis poemas y no pude evitar hacerlo a pesar de que mi mente no dejaba de negarse. Nada podía hacer para desobedecer a esos labios.
Ella también escribía. Lo hacía a escondidas, en un pequeño cuaderno que no enseñaba a nadie. No sé por qué me lo contó, forma parte de la magia de las confidencias. No me dijo qué escribía, pero a mí me bastaba con leerle los labios y la mirada, no hay poema que pueda compararse con esos ojos.
Y eso fue sólo el principio. Volvimos a quedar, le invité primero a un café, más tarde a una comida, unas semanas después fuimos a cenar juntos y no me dejó pagar porque quería enseñarme el significado de la palabra justicia. Y hablamos del corazón, y nuestros corazones se iban abriendo, mostrándose el uno al otro, uniéndose de una forma que no puedo expresar hasta que se convirtieron en uno solo mucho más grande y mucho más fuerte.
Y llegaron los besos y todo lo demás aunque sólo forman parte de este texto en el que todo puede derrumbarse en el último momento. Porque nuestras vidas son en realidad como dos poemas y no todos los poemas pueden leerse juntos. Las palabras empezaron a cambiar entre nosotros y a cambiarnos y dejamos de vernos, no sabemos por qué, sólo que cada vez nos echábamos menos de menos. Y de menos en menos quedó nada. Y aquí estamos. Recordando el azul de sus ojos y el verde de su sangre y el naranja de su pelo. Y todo lo que soñé en tres colores y que se ha perdido en blanco y negro.
01 marzo 2014
Tres colores (relato)
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario