29 noviembre 2016

No te mientas


No mientas,
no mientas,
no te mientas.
Aunque no entiendas el idioma,
no te dejes llevar por la melodía de la mentira.
Las verdades asoman entre los rasguños,
las heridas sangrantes,
los cortes costra.
Las verdades, a veces,
duelen.
Como esa soledad dulce que termina desgarrándote la garganta.
No te mientas,
no falsifiques las sonrisas,
no escondas tus lágrimas tras caretas esponja,
no seas sentimentira.
No seas escombro de flores.
No te engañes creándote un idilio de risas silvestres,
orgasmos de noches sin calendario,
cervezas sin alcohol.
Pocas mentiras lo son tanto como la cerveza sin alcohol.
No te mientas.
Agárrate a la verdad y jódete hasta acostumbrarte.
O cámbialo.
Lucha por mejorar la realidad pero no la adornes
con amistades baratas,
disfraces de otras vidas
o ideas cambiantes según la mirada a la que te dirijas.
Haz lo que quieras.
Pero no te mientas.

02 noviembre 2016

Uno de noviembre


Uno de noviembre. Ojalá lloviera. Ojalá yo viera que apareces por la ventana bajo la lluvia.
El viento toca la puerta, llama a la espera de su respuesta, vuela rápido entre los misterios que esconde tu pelo.
Abro. Si no te veo, no quiero otra cosa.
Una madre abraza a un niño en el metro.
Fuera hace frío, pero llueve dentro.
Hace meses que no hago un poco de ejercicio. Hace siglos.
No llueve fuera, llueve dentro;
ojalá fuera al revés.
Uno de noviembre. Nuevo mes, nueva vida.
Sigo sin conocerte. Sigo echándote de menos cada día que pasa y no te siento porque siento que no sé quién eres dónde estás por qué no tú y yo aquí y ahora.
Solo.
Estoy solo porque esta gente que me rodea en el metro no eres tú.
La madre y el niño han bajado.
Una pareja se abraza. Bajan en Tribunal, conmigo.
Son dos chicas que se besan y yo soy la envidia solitaria que se muerde el interior de la mejilla izquierda.
Qué bonita es Malasaña incluso cuando no existes.
He venido a despertar un poco, que estaba cansado y ahogado y en realidad me va todo de puta madre pero casi.
Sólo casi.
Casi solo, estoy.
Porque el deseo de que vengas está aquí conmigo y yo y yo y yo.
Joder, menos mal que escribo,
porque no hay otra manera de canalizar todo esto.
Tengo hambre y no quiero comer.
Dicen que los cuadros depresivos no son pinturas y que yo no soy Dalí,
y tienen razón, pero no lo saben.
Echo en palabras toda la mierda de dentro y me quedo vacío.
Vacío y solo.
Bienvenido al mejor día de tu vida.