11 febrero 2015

Noche

Un, dos, un, dos. Vamos andando y no miramos al suelo porque tenemos la vista fija en el cielo oscuro de Madrid. Es de noche y no nos damos la mano porque nos da vergüenza. Con este frío podríamos darnos la mano, pienso, piensas, pensamos. Es de noche. Da igual la hora que sea, es de noche y es miércoles. Y caminamos mirando al cielo.
Ojalá pudiera ser pájaro y volar, irme lejos y volver pronto por no poder dejarte sola, por echarte tanto de menos que se me caen las plumas de las alas de tantas lágrimas que tienen que soportar. Ojalá pudiera ser lágrima en tu mejilla cuando lloras.
Paramos ante un semáforo en gris. Todo está en blanco y negro. El gris claro de tus ojos ilumina la calzada, en la que se lee "ME QUITAS UN BESO DE ENCIMA". Y te miro y señalo las palabras blancas y lo lees y sonríes y no me atrevo a quitártelo. El beso. De encima. 
Si no he soñado contigo es porque hace tiempo que no necesito soñar. Porque la realidad supera cualquier ficción cuando estoy a tu lado. Cuando es más romántico mirarnos que hacernos cualquier otra cosa. Porque tus ojos no son estrellas: son universos. Son versos.
Que voy a publicar un libro de poemas y me da miedo que lo leas porque habla de ti. Que yo no sé escribir, que son tus ojos los que mueven mis manos sobre el teclado del ordenador.
Y seguimos andando, y sigue siendo de noche en Madrid y, por muy mal que esté el mundo, yo soy el hombre más feliz de todos los que lo habitan.

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