10 enero 2015

No escribas a una chica de noche

Hey, ¿qué tal? Me apetecía escribirte. Son sólo las 12:47 de la noche, aún es pronto. Y me apetecía escribirte. Contarte que estoy bien, aunque a veces pienso que a tu lado las cosas irían mejor. Que mirando tus ojos todo lo que duele lo hace con dulzura. Como cuando te quemas con chocolate caliente, como cuando te... no sé. Que tus ojos hacen que las nubes del cielo sean de azúcar en un día nublado. Aunque hoy ha hecho sol. Ha hecho sol y ha hecho frío y podríamos haber estado juntos abrazados o compartiendo el calor de las manos.
Es jodido pensar en el amor así, con tanto que nos separa. Tanto que no tiene que ver con distancia, sino con tiempo. Einstein tendría que estudiarlo. De ahí sí que sacaría una buena teoría del espacio-tiempo, del que nos separa. Porque estamos cerca y nos separan tantos años que hasta podría dolerle a los poetas. No sé, nada está escrito. Nada sobre nosotros. Te animo a poner los dedos sobre el teclado y hacernos una foto en palabras en blanco y negro. Que tú lo harías mejor que yo, seguro; que nadie te gana en el dominio del objetivo.
Ya son las 0:55. No sé por qué te escribo. Vuelvo en metro a casa y fuera hace frío y se me cansan las distancias. Que te quiero cerca, no sé si te lo había dicho. Que por mucho que te diga que no quiero molestarte, ojalá tuviera huevos para hacerlo. Ojalá pudiera acabar con esta distancia temporal y aparecer en tu verano, que mi invierno me está doliendo mucho.

Espero que tengas una buena noche con mi ausencia.

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