16 agosto 2014

Echar de menos

El pasado 31 de julio llegaban mis amigos y comenzaba lo que iba a ser una quincena inolvidable. Porque han sido quince días cargados de anécdotas, de todo tipo. Porque lo mejor ha sido la convivencia. Porque la amistad es el mejor regalo. Porque ha habido tiempo para salir de fiesta, tomar unas copas, tocar la guitarra, componer canciones, recitar poesía y disfrutar de la naturaleza. Porque lo mejor del verano ya ha pasado, pero no lo pienso olvidar.

Día 1
Espero a mis amigos en casa (yo ya estoy en el lugar de destino). Llegan y vamos a comer al restaurante de un hotel. Después de comer vamos a la agencia que nos proporciona las llaves del apartamento que hemos alquilado. Nos instalamos. Vamos a la playa. Cenamos unas pizzas. Acabamos el día tomando una copa en un local con ambientación surfera.

Día 2
Primer día de convivencia con los amigos. Es genial. Hemos ido a hacer compras para tener todo lo necesario para sobrevivir estos días.
También hemos salido de fiesta. A las seis de la mañana volvemos a casa.

Día 3
Hemos pasado la mañana tranquilos, hace mucho calor.
Después de comer hemos vivido una curiosa anécdota. Estábamos en la terraza cuando uno de nosotros le ha pedido el DNI a otra, para ver su foto. Es lo único para lo que alguien puede pedir un DNI. Ha sido mala su suerte porque se le ha resbalado el carnet y se ha precipitado al vacío de la terraza, desde un decimotercer piso. Además, para colmo, ha empezado a llover. Bajamos, buscamos el DNI por el jardín mientras nos mojamos, pero nada. Habrá entrado en alguna terraza. Y comienza la búsqueda piso por piso. Por suerte, el susodicho carnet de identidad apareció en uno de los pisos.
Por la noche tocaba fiesta, pero ni yo ni las dos chicas quisimos entrar en la discoteca (ya estábamos cansados) y volvimos a casa.

Día 4
Las mañanas son tranquilas. Unos van a la playa, otros nos quedamos en el apartamento (yo tengo que estudiar).
Hemos bajado a la piscina. Qué bien nos lo pasamos investigando sobre cerdos y gruñendo como cerdos todo el día. Cualquiera diría que tenemos la edad que tenemos. Hacer el cerdo, en el fondo, es muy divertido: oink, oink.
Comer a las 18:30 ya no es raro. Hemos alterado nuestro horario de comidas. Es verano, no pasa nada.
Por la tarde (o mejor dicho, más tarde) un poco de playa. Después de cenar hemos ido a tomar unas copas en un chiringuito del paseo marítimo.

Día 5
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Día 6
La noche ha sido una pasada de fiesta porque celebramos mi cumpleaños. Sin embargo, he de admitir que me he excedido con el alcohol. Un día es un día.

Día 7
¡Es mi cumpleaños! Y aunque despierte con un dolor de cabeza impresionante y con siete llamadas perdidas, tengo que admitir que es un buen día. Cumplo 22 años, y eso ya no es poca cosa.
Hemos comido dos tortillas de patatas que nos han traído unas amigas. Tarta (helada), cumpleaños feliz y esas cosas.
Por la tarde hemos recitado poesía y hemos ido a la piscina. Después de cenar, miniconcierto. Y por la noche, todos se han ido a tomar algo menos yo. Es mi cumple y quiero descansar.

Día 8
Hoy ha sido otro día con piscina, miniconcierto, y copas tranquilamente en casa (después de descubrir que la discoteca a la que pensábamos ir no abría hoy). Lo más reseñable es que a uno de mis amigos no le carga la batería del móvil y hemos ido a que se comprara un cargador externo de baterías.

Día 9
Por la mañana he estado leyendo y haciendo un poco de meditación.
Por la tarde he tocado la guitarra con una amiga. Yo, que soy tan reacio a dar conciertos.
Por la noche, de fiesta, conocí a una chica que conocía a mis primos. Me dio un beso en la mejilla.

Día 10
¡Por fin ha llegado el que faltaba! Ya estamos todos en el apartamento y vamos a disfrutar aún más de estas vacaciones.

Día 11
Fuimos a los karts. No gané, pero tampoco quedé el último.

Día 12
Hemos ido por la noche a la playa. Ha sido una noche muy memorable. Lo hemos pasado muy bien. Aunque podría haber sido diferente, claro. Ver a tus amigos caminando por las rocas del espigón de noche asusta.

Día 13
Hoy ha sido otro día tranquilo. Hemos paseado, hemos jugado al mús y hemos decidido ir a la fiesta de la espuma de una de las discotecas de aquí. Y así ha sido. Hemos vuelto a casa cuando ya era de día, pero el consumo moderado (una copa y nada más) de alcohol hace que se disfrute más y mejor este tipo de noches.

Día 14
Despierto tarde, desayuno un té y algo de muesli. Los demás duermen. Ya queda poco para que se vayan, para que esto acabe.
Comemos macarrones con la mejor salsa del mundo (mezclar todo lo que haya en la nevera). Lo pasamos bien juntos.
Por la noche me he acostado antes que nadie. Ya no estoy soportando el nivel de salidas. A veces dormir es lo mejor.

Día 15
Hoy es el último día entero juntos. Han despertado tarde, como era de esperar. A eso de las cuatro de la tarde he ido con dos amigos a hacer un poco de senderismo por la montaña que hay aquí al lado. Las vistas son preciosas, el paisaje es una maravilla. Hay moras. Comer gratis mola.
Luego, la comida de verdad. Hemos comido tarde, lo admito; no hemos terminado hasta las ocho. Luego, conciertito. Yo también he tocado una canción propia. Está grabado en vídeo.
Hemos terminado las vacaciones (o esta parte de ellas) tomando una copa tranquilamente en la terraza de una pequeña disco-pub.

Día 16
Madrugamos. Se van. Se van. Se han ido.

Ha sido genial poder pasar estos quince días con mis amigos. Ha sido genial tener tantas anécdotas, muchas de las cuales no están aquí reflejadas. Lo bueno es que, gracias a la tecnología, hemos podido hacer fotos de todo y grabar en vídeo y en audio lo que era necesario.

Echar de menos nunca ha sido tan bonito.

Oink, oink.

06 agosto 2014

Veintidós

Otro año más. Y qué año. Ya tengo 22, los dos patitos, una edad que me asusta. Veintidós años. Quién lo diría. Si soy un chaval todavía, un adolescente en un cuerpo más viejo.

Veintidós.

Voy a tener que acostumbrarme.